Resulta curioso apreciar cómo arquitectura y deporte han caminado de la mano a lo largo del tiempo. Un recorrido por la historia de las villas olímpicas lo puede ilustrar brevemente.
A lo largo del siglo XX, la arquitectura ha ido evolucionando, desde los llamados novecentismos (art deco, art noveau, modernismo, secesión vienesa, escuela de Glasgow, etc) surgidos al final del XIX hasta la arquitectura actual. Se trata sin duda de una evolución formal, pero también conceptual, quizás más interesante.
Las diferentes villas olímpicas se han ido amoldando a los estilos arquitectónicos coetáneos, pero a la vez, ha introducido conceptos generales de gran importancia en la sociedad. Algunos ejemplos nos ayudarán a explicarlo.
En las primeras villas, Los Angeles 1932 y Berlín 1936 se incorporaron conceptos como la especialización y división del proceso productivo para la construcción (taylorización) y la producción en cadena (fordismo).
En Roma 1960 aparece el deporte como objeto de ocio, idea que perdura hasta nuestros días. Ya no es una actividad destinada a los atletas, sino que se extiende a toda la población. Méjico 1968 aporta, junto al calendario olímpico, un gran programa cultural. En la actualidad, muchos eventos sociales se complementan con este tipo de programas paralelos.
Munich 1972 y Montreal 1976, son ejemplos de revitalización del centro de la ciudad. Se formulan Villas en las que es fundamental el recreo, el tiempo libre. Por el contrario, Moscú 1980 Seúl 1988 y Barcelona 1992 propusieron grandes operaciones urbanísticas con proyección en el futuro de la ciudad. Especialmente, Seúl y Barcelona recuperaron zonas degradadas de la ciudad, frente a las operaciones de carácter efímero de Los Angeles 1984 y Atlanta 1996.
En Sydney 2000 tomó fuerza el concepto sostenibilidad: utilización de energías renovables, reciclaje de aguas, orientaciones óptimas. Ya se hablaba de ecologismo en los Juegos de invierno de Lillehamer 1994, Noruega (donde los platos del comedor de la Villa estaban fabricados con piel de patata, y se reciclaban junto con los restos de comida).
Las Candidaturas actuales centran gran parte de sus esfuerzos en el legado (Madrid 2016). Tras costosas operaciones urbanísticas sin continuidad en el tiempo se tiene muy en cuenta el uso futuro de todas las instalaciones a desarrollar.
Estos ejemplos ilustran como la arquitectura y urbanismo de las villas olímpicas introducen ideas latentes en la sociedad o incluso aportan nuevos conceptos. Así, la cuestión es hacia dónde deben dirigirles los espacios deportivos actuales.
Podemos apuntar algunas sugerencias como:
Sostenibilidad y mínimo consumo energético de la instalación.
Mayor aprovechamiento de la instalación con una gestión eficiente.
Integración de colectivos desfavorecidos, para facilitar su adaptación social.
La práctica del deporte como parte esencial de la vida del ciudadano, por los valores humanos que le puede aportar así como por los beneficios para su propia salud.
La instalación como lugar de encuentro para las relaciones humanas, durante y después de la práctica deportiva.
A lo largo del siglo XX, la arquitectura ha ido evolucionando, desde los llamados novecentismos (art deco, art noveau, modernismo, secesión vienesa, escuela de Glasgow, etc) surgidos al final del XIX hasta la arquitectura actual. Se trata sin duda de una evolución formal, pero también conceptual, quizás más interesante.
Las diferentes villas olímpicas se han ido amoldando a los estilos arquitectónicos coetáneos, pero a la vez, ha introducido conceptos generales de gran importancia en la sociedad. Algunos ejemplos nos ayudarán a explicarlo.
En las primeras villas, Los Angeles 1932 y Berlín 1936 se incorporaron conceptos como la especialización y división del proceso productivo para la construcción (taylorización) y la producción en cadena (fordismo).
En Roma 1960 aparece el deporte como objeto de ocio, idea que perdura hasta nuestros días. Ya no es una actividad destinada a los atletas, sino que se extiende a toda la población. Méjico 1968 aporta, junto al calendario olímpico, un gran programa cultural. En la actualidad, muchos eventos sociales se complementan con este tipo de programas paralelos.
Munich 1972 y Montreal 1976, son ejemplos de revitalización del centro de la ciudad. Se formulan Villas en las que es fundamental el recreo, el tiempo libre. Por el contrario, Moscú 1980 Seúl 1988 y Barcelona 1992 propusieron grandes operaciones urbanísticas con proyección en el futuro de la ciudad. Especialmente, Seúl y Barcelona recuperaron zonas degradadas de la ciudad, frente a las operaciones de carácter efímero de Los Angeles 1984 y Atlanta 1996.
En Sydney 2000 tomó fuerza el concepto sostenibilidad: utilización de energías renovables, reciclaje de aguas, orientaciones óptimas. Ya se hablaba de ecologismo en los Juegos de invierno de Lillehamer 1994, Noruega (donde los platos del comedor de la Villa estaban fabricados con piel de patata, y se reciclaban junto con los restos de comida).
Las Candidaturas actuales centran gran parte de sus esfuerzos en el legado (Madrid 2016). Tras costosas operaciones urbanísticas sin continuidad en el tiempo se tiene muy en cuenta el uso futuro de todas las instalaciones a desarrollar.
Estos ejemplos ilustran como la arquitectura y urbanismo de las villas olímpicas introducen ideas latentes en la sociedad o incluso aportan nuevos conceptos. Así, la cuestión es hacia dónde deben dirigirles los espacios deportivos actuales.
Podemos apuntar algunas sugerencias como:
Sostenibilidad y mínimo consumo energético de la instalación.
Mayor aprovechamiento de la instalación con una gestión eficiente.
Integración de colectivos desfavorecidos, para facilitar su adaptación social.
La práctica del deporte como parte esencial de la vida del ciudadano, por los valores humanos que le puede aportar así como por los beneficios para su propia salud.
La instalación como lugar de encuentro para las relaciones humanas, durante y después de la práctica deportiva.
KL-NT